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FORJADORES DE MÉXICO: GENERAL FRANCISCO VILLA

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  • 21 jul 2024
  • 13 Min. de lectura


Rafael Urista de Hoyos / Cronista e Historiador

 

  Nacido el 5 de junio de 1878 en la ranchería “La Coyotada” de la hacienda de Rio Grande, municipalidad de San Juan del Río, en el Estado de Durango y bautizado con el nombre de José Doroteo Arango, surge durante la Revolución mexicana, como una de las figuras dominantes de aquella época tormentosa.  Debido a su sobresaliente actuación como comandante de la División del Norte, su influencia durante la lucha armada moldea para siempre la historia de México y la de su revolución, uno de los movimientos sociales y políticos más importantes del siglo XX.

  Además de jugar un papel clave en la guerra revolucionaria, Villa lideró a la única fuerza armada que ha atacado a los Estados Unidos por tierra en su frontera sur.  Durante el curso de su carrera, Pancho Villa emerge como un héroe, tanto de los campesinos desposeídos como de la empobrecida clase media. 

  Durante el siglo XIX, el Estado de Chihuahua y su vecino Durango, ambos ricos Estados mineros, fueron el centro de una gran corriente de inmigrantes europeos, de los cuales formaba parte Luis Fermán ---padre de Luis Fermán Gurrola el auténtico padre de José Doroteo--- de origen judío-austríaco, procedente del principado de Lichtenstein.  De esta manera, el origen étnico de Villa, refleja la estructura multinacional y multirracial del norte de México.

  El nacimiento ilegítimo de Pancho Villa y el abandono por parte de su padre biológico Luis Fermán, un hacendado, delinean su carácter y moldean la esencia de su violencia de clase dirigida en contra de los ricos terratenientes de México.  Descubrir el secreto de su origen y el rechazo de su verdadero padre, podría también explicar su virulento nacionalismo dirigido, particularmente, en contra de los ricos comerciantes españoles y chinos.

  Después del nacimiento de Doroteo la familia se fue agrandando pues el 25 de julio de 1879 nacería su hermana María Ana, al año siguiente 1880, también un 25 de julio, llegó José Antonio, dos años después, el 30 de enero de 1882, llegaría  María Martina y finalmente, el 3 de agosto de 1883, su cuarto hermano José Hipólito. Doroteo cumplía los ocho años cuando su padre putativo, Agustín Arango, dejó a la familia para irse a trabajar al mineral de San Lucas y jamás volvió a verlo ya que cuatro años después les avisaron de la muerte de él en el mismo mineral.

  A partir de ese momento, Doroteo desplegaría un abanico interminable de oficios, siempre limitado por su edad e inexperiencia.  De entre los hijos de campesinos pobres el varón mayor tenía obligaciones laborales a partir de los ocho años  mediante un sinnúmero de tareas que le impedían ir a la escuela, y aunque ya había un ordenamiento legal que indicaba la obligación de los padres para mandar a sus hijos a la escuela, estos poco lo atendían, pues consideraban prioritarias las labores por las necesidades familiares. Luego a la edad de 13 años, el niño alcanzaba el nivel de hombre, para dedicarse a actividades de toda índole; esta ancestral costumbre propiciaba en gran medida el analfabetismo y la incultura.

Es el año de 1894 y Doroteo ya tiene 17 años y encabeza a su familia que trabajaba la tierra de la hacienda del “Gogojito” de Santa Isabel de Berros, municipio de Canatlán, Durango, como medieros de uno de tantos hacendados omnipotentes “dueños de vidas y honras”.  Martina, una de las hijas, era bonita y despertó la codicia del amo que, el día menos pensado, se presentó acompañado de cinco sirvientes pretendiendo raptarse a la muchacha.  Se trataba del cacique Agustín López Negrete, que venía a imponer sus fueros.

  El joven Doroteo, hijo mayor, se entera de esas escenas y loco de furor, busca la pistola de un primo y se enfrenta a los invasores, disparando e hiriendo a don Agustín en ambas piernas.  El amo don Agustín, es conducido a la hacienda inmediata de Santa Isabel de Berros, mientras que el salvador de la honra de su hermana se dispone a huir a la montaña porque sabe bien que irán a aprehenderlo para aplicarle la “ley fuga”.

  Desde muy joven, Villa se vio obligado a vivir alejado de la sociedad, perseguido por las autoridades que lo buscaban como a una fiera, obligado a habitar en lo más abrupto de la montaña, a veces sin más trato humano que el de otros perseguidos, con quienes llevó una vida llena de actividades delincuenciales y de bandolerismo, en vida trashumante y de continua alarma y de peligro, que lo hizo conocer todos los refugios de una gran extensión del país, especialmente en los Estados de Chihuahua y Durango, lo cual explica para sus hazañas posteriores, el gran conocimiento que tenía del terreno, lo mismo para ocultarse que para sorprender al enemigo.

  Por aquella época era conocido con el nombre de Doroteo Arango.  Su padre adoptivo, don Agustín Arango, fue hijo natural de don Jesús Villa, y por ser ese su origen llevaba el apellido Arango, que era el de su madre, y no el que le tocaba por el lado del autor de sus días.  Él y sus hermanos, estos si hijos legítimos y de legítimo matrimonio, recibieron también el apellido Arango, con el cual, y solamente con ese, era conocida y nombrada toda la familia.

  Dejamos ahora la voz al mismo Pancho Villa, quien nos explica el porqué de su cambio de apellido de Arango a Villa en un extracto seleccionado en sus memorias publicadas por el escritor e historiador Martín Luis Guzmán:

     “Como yo tenía noticia  cual era el apellido que debía haber llevado mi padre, decidí ampararme en él cuando empezaron a ser cada día más constantes las persecuciones que me hacían.  En vez de ocultarme con otro nombre cualquiera, cambié el de Doroteo Arango, que hasta entonces había llevado, por este de Francisco Villa que ahora tengo y estimo como más mío.  Pancho Villa comenzaron a llamarme todos, y casi sólo por Pancho Villa se me conoce en la fecha de hoy”.  

  Como descendiente de centroeuropeos, Villa era corpulento, blanca su epidermis, redonda su cabeza (braquicéfalo).  Su pelo era castaño y ondulado que caía descuidadamente sobre una frente bombeada y amplia. Sus orejas eran regulares y bien formadas. Sus ojos eran cafés y tenían una rara expresión: grandes y boludos, como de dominio o de reto, casi de fiereza cuando se irritaba; pues entonces, inyectados, los abría desmesuradamente en forma amenazadora; su nariz era recta y poco prominente, su boca era grande, con un bigote caído a los lados, alto de cuerpo, esbelto y bien conformado, con pecho atlético, brazos fuertes y largos, terminados por manos afiladas y ágiles capaces de cualquier maniobra de fuerza, como lazar derribar un potro o res, herrar, manejar armas y cabalgaduras con vigor y destreza. No tenía vicios, no fumaba, no jugaba, ni ingería alcohol. Y a pesar de la leyenda negra que le han inventado sus detractores, no gustaba de violar mujeres ni permitía que sus soldados lo hicieran así como tampoco era adicto al saqueo ni permitía que sus hombres lo hicieran bajo pena de muerte.

  En el año 1909, don Francisco I. Madero había despertado al pueblo de la República, con sus prédicas de democracia.  Muchos ciudadanos se habían dispuesto a seguirlo en su campaña anti-reeleccionista y como candidato a la Presidencia de la República y, en las elecciones simuladas en 1910 bajo la férula porfiriana, una vez más fue burlado el sufragio popular y por séptima vez se impuso el dictador.

  Madero, que había sido aprehendido con cualquier pretexto, logró salir de la prisión, emigró a los Estados Unidos y desde allí lanzó al conocimiento de todos los mexicanos su plan revolucionario de San Luis, desconociendo al gobierno y convocando al pueblo a la Revolución. 

  Don Abraham González, era uno de sus fervientes partidarios en Chihuahua y trabó conocimiento con Pancho Villa, al que invitó a participar en el próximo movimiento revolucionario de don Francisco I Madero.  Don Abraham lo convenció explicándole la razón de la revolución que se preparaba:  derrocar una dictadura que ya se hacía insoportable por la falta de justicia y de libertades, por la clase privilegiada y por el abandono en que yacía la clase humilde del pueblo.  En el corazón de Villa encontraron eco aquellos anhelos y entusiastamente se comprometió a reunir hombres que, con él, se lanzaran a la lucha armada.

  El 18 de noviembre se levanta en armas atacando la población de San Andrés, en Chihuahua.  Meses después organiza un significativo ejército guerrillero y se une a otro jefaturado por Pascual Orozco; otro guerrillero.  Se entrevista con el jefe de la Revolución don Francisco I. Madero en la hacienda de Bustillos quien le otorga el grado de coronel y poco después y junto con Pascual Orozco toma la población de Ciudad Juárez, que origina la caída de la dictadura, la renuncia del presidente Porfirio Díaz y la salida de éste al destierro.

  Las razones militares de su éxito se explican por su gran capacidad guerrillera debido a sus anteriores actividades de bandolerismo y abigeato.  Por otra parte, Madero desarrolló una gran simpatía por él, pues confió atinadamente, en que podría servir de contrapeso del ambicioso Pascual Orozco.

  Al triunfo del movimiento maderista Villa fue licenciado por Madero quien lo gratificó   entregándole diez mil pesos para que se dedicara a los negocios en su vida privada, gratificación que utilizó para adquirir un par de carnicerías, negocio que conocía desde la perspectiva del abigeato.

  En 1912 vuelve a la lucha armada a colaborar con el gobierno de Madero en contra del ya rebelde Pascual Orozco.  Ascendido a general por el señor Madero se ve obligado a colaborar con los militares profesionales enviados por el gobierno maderista desde la ciudad de México, y comandados por el general Victoriano Huerta quien le ratifica su nombramiento de general de brigada y lo envía a la vanguardia de la división esperando (Huerta) que fuera destrozado por los orozquistas.

  Sin embargo, Villa los derrota en “Conejos” y “Rellano”, obligando a Huerta a difamarlo por una supuesta insubordinación y lo trata de fusilar siendo salvado en el último momento por los hermanos del señor Madero, quien ordena sea llevado a la ciudad de México, donde es internado primero en la penitenciaría y después en la Prisión Militar de Santiago Tlaltelolco de donde se fuga al final de 1912 escapando a los Estados Unidos.

  Después de varias vicisitudes Villa logra refugiarse en El Paso, Texas, pero cosa de un mes después tuvo lugar la Decena Trágica, en febrero de 1913, por la que el chacal Huerta derrocó y asesinó a su apreciado Madero.  Villa se aprestó inmediatamente a la lucha, dando inicio una nueva etapa de su biografía.  Villa llegó a El Paso, Texas, el 4 de enero de 1913, y habiéndose puesto en contacto con el gobernador de Chihuahua don Abraham González, le anunció que entraría a territorio mexicano. El 5 de marzo cruzó el Río Bravo, por un vado intermedio entre El Paso, Texas e Isleta, acompañado de 8 hombres que vienen a ser el pie formador de la División del Norte: Juan Dozal, Carlos Jáuregui, Manuel Chao, Miguel Saavedra, Manuel Sapien, Pascual Álvarez Tostado, Tomás Morales y Darío V. Silva.

   La lucha contra Huerta se dio sobre todo en tres escenarios norteños:  en el noreste, a las órdenes del gobernador de Coahuila Venustiano Carranza; en el noroeste, encabezada por una clase media que con el maderismo había conquistado el poder estatal, a cuyo mando estaba Álvaro Obregón, y en el norte centro bajo el mando de Pancho Villa, liderazgo que recayó en él por la muerte de don Abraham González, asesinado por órdenes de Huerta.  Sin duda el único con orígenes populares era Villa, lo que le dio una característica particular al proceso en Chihuahua y Durango:  además de enfrentar a Huerta se luchaba contra la oligarquía local.  En este aspecto Pancho Villa ya era el “Revolucionario del Pueblo”.

  En pocos meses forma un gran ejército logrando la unificación de los diversos jefes que operaban en el Estado de Chihuahua y con los que da vida a la famosa “División del Norte”.  Ataca y toma dos veces la ciudad de Torreón, Coahuila, siguiendo la captura de Ciudad Juárez, la batalla de Tierra Blanca con la consiguiente ocupación de Chihuahua y Ojinaga, dando una base fronteriza al constitucionalismo.

  En el mes de diciembre de 1913 toma la gubernatura del Estado de Chihuahua por órdenes del Primer Jefe Venustiano Carranza, que ya lo consideraba en secreto como un adversario y el que podría hacerle sombra en sus ambiciones de poder, pues ya entonces lo consideraba un poderoso y futuro enemigo y con la maniobra de hacerlo gobernador pensaba retirarle el mando de la ya poderosa División del Norte.

  Durante su corta estancia como gobernador del Estado de Chihuahua (sólo el mes de diciembre de 1913), Villa deja ver su preocupación por la injusticia social y generará poco a poco todo un “Proyecto de Justicia Social” siendo sus principales decretos:  Decreto que ordena la confiscación de bienes patrimoniales de los malos mexicanos.  Decreto ordenando el establecimiento de “Banco del Estado” que es el mismo que persiste hasta la época actúa.  Decreto que ordena el restablecimiento del “Instituto Científico y Literario (la institución educativa que antecedió a la actual Universidad Autónoma de Chihuahua).  Decreto que autoriza la introducción de artículos de primera necesidad, sin pago de derechos aduanales.  Condonación del 50% de las contribuciones atrasadas.  Decreto que ordena que los expendios de carne en la ciudad vendan a razón de 15 centavos el kilo de pulpa, y a 10 centavos, con hueso.

  Sin embargo, El general Villa no aguantó mucho la vida de oficina e intuyendo la sucia maniobra del llamado Primer Jefe, reinstala al general Manuel Chao en el gobierno y él se reincorpora a su puesto como General en Jefe de la División del Norte, y sin anunciarlo a Carranza, inicia su avance hacia el sur del país.

    A partir de enero de 1914 inicia su marcha hacia el sur derrotando al ejército regular Huertista logrando un triunfo fundamental tomando la ciudad de Torreón donde derrota al mejor general huertista José Refugio Velazco, para después atacar y ocuparla plaza de San Pedro de las Colonias, Coah., utilizando magistralmente la caballería y auxiliado por la artillería ya dirigida por el gran general Felipe Ángeles.  Venustiano Carranza, quien se había autonombrado Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y reconocido por los tres ejércitos, tratando de detenerlo en su avance al sur, lo manda a conquistarle la capital de su Estado, la ciudad de  Saltillo, la que no podía tomarla el inepto general Pablo González, lo que lo logra con una espléndida victoria sobre los huertistas en la estación Paredón.  El 23 de junio de 1914, en contra de los designios retardatarios de Carranza, ataca y toma la ciudad de Zacatecas.  Con este triunfo se desmorona el huertismo con la consiguiente huida del chacal Victoriano Huerta.

  Sus diferencias con Carranza y Obregón (al que Villa estuvo a punto de fusilar) se expresan en la Convención de Aguascalientes que trata de controlar y limitar el control Omnímodo de Carranza sometiéndolo sin éxito a la soberanía de la misma Convención.  Aliada con el villismo y el zapatismo la Soberana Convención elige como Presidente Provisional de la República al general Eulalio Gutiérrez y sus fuerzas (de la Convención) avanzan a la ciudad de México que ocupan el 6 de diciembre de 1914.

  En 1915  Villa es batido en el Bajío por las fuerzas combinadas de Carranza y Obregón en las batallas de Celaya, León, Trinidad y Aguascalientes y se retira al norte con la división ya muy mermada.  Después de los desastres ocurridos a la División del Norte en Sonora, Villa vuelve a la actividad guerrillera.  Ataca la ciudad angloamericana de Columbus, Nuevo México, en una acción punitiva (de castigo) por el apoyo y reconocimiento yanqui al gobierno de Carranza.

  Se mantiene con sus tropas leales en la guerrilla contra Carranza, evadiendo exitosamente a la Expedición Punitiva angloamericana del general John J. Pershing enviada para capturar al general Villa a quien pretendían llevarlo en una jaula a los Estados Unidos, sin embargo, después de 12 meses ---marzo de 1916 a febrero de 1917--- de infructuosa búsqueda y sufriendo la pérdida de muchos soldados en enfrentamientos con los villistas, Pershing y sus huestes tuvieron que vivir la vergüenza de regresar a su país completamente derrotados.

  El general Villa sigue en pie de lucha con su guerrilla contra los carrancistas cuando ocurre un golpe de estado contra el gobierno de Carranza orquestado por Álvaro Obregón con su plan de Agua Prieta teniendo Carranza que huir hacia el norte por la sierra de Puebla donde es asesinado por órdenes de Obregón el 21 de mayo de 1920 en el villorio de Tlaxcalantongo. Los sonorenses del Plan de Agua prieta ocupan la ciudad de México y designan Presidente Provisional a don Adolfo de la Huerta, con la única misión de convocar a elecciones presidenciales donde seguramente Álvaro Obregón, como candidato único, ganará la elección.

  A las siete de la mañana del 26 de julio de 1920, el telegrafista de servicio de la Presidencia de la República contesta un mensaje que llega de la población de Sabinas, Coahuila, y al preguntar quien comunica se le responde “Francisco Villa”.  Sucede que al aclarar el alba los villistas cortaron las comunicaciones telegráficas al norte Sabinas y ocuparon la plaza tomando completamente desprevenida a la guarnición de cien hombres que fue desarmada y apresada sin disparar un solo tiro.

  Inmediatamente el coronel Alfonso Gómez Morentín se hizo cargo de la oficina telegráfica, y pidió comunicación con el Palacio Nacional en la ciudad de México.  La respuesta fue que el Presidente se encontraba aún en sus habitaciones del Castillo de Chapultepec y que ya se le estaba avisando para que en cuanto llegara contestara la comunicación.  El Presidente De la Huerta, sorprendido, no podía creer que el general Villa se encontrase con su tropa a tan enorme distancia, cuando el general Amaro acababa de informar que lo tenía acorralado cerca de Parral.

  En la carta geográfica se miden, en línea recta, de la hacienda de Encinillas, Chih. ---de donde salió el general Villa--- a Sabinas, Coah., 700 kilómetros.  Calles y Obregón deben haberse enfermado del estomago al enterarse de la humillante burla que habían sido objeto de parte del sagaz Pancho Villa.

  A las nueve de la mañana llamó el Presidente De la Huerta y, previa mutua identificación, seguros de sus personalidades, el Presidente y el general Villa sostuvieron una larga conferencia telegráfica:  Villa saluda al Presidente con mucha cortesía y le suplica le perdone, pero que en virtud de la imprudencia de unos de sus jefes subalternos (aunque no lo dijo se refería a Calles y Amaro) había tenido que ocupar esa plaza pero que todo estaba en orden y garantizaba la seguridad: -----“Quiero decirle que estoy a sus órdenes y que con usted si me rindo”.-----“Usted no se rinde con nadie---le contestó el Presidente--- vengase a hacer la paz conmigo”.

  El 28 de julio de 1920, el general Francisco Villa y el general Eugenio Martínez, enviado del Presidente De la Huerta, después de profundas y cordiales discusiones, y dando ambos generales muestras de franca amistad y mutua confianza, llegaron pronto a un acuerdo que, sancionado y aprobado por el Presidente, quedó formulado un documento que con el nombre de “Acta de Unificación” se establecía por fin la paz en el norte de la República.  El general Pancho Villa se retira a la vida privada organizando una hacienda colectivizada en Canutillo, Durango, con veteranos soldados de la División del Norte.

  Ante la inminencia de una elecciones presidenciales en las que el grupo Sonora se divide enfrentándose Calles, apoyado por el Presidente Obregón, con el señor Adolfo de la Huerta, y estando a punto de iniciarse una nueva guerra civil por la imposición de Calles, éste y Obregón deciden eliminar a la figura potencial, al único al que siempre han temido enfrentar nuevamente y al mismo tiempo restar al señor De la Huerta el brazo armado que seguramente, según ellos, los derrotaría en una nueva confrontación armada; hasta ese grado llegaba su miedo a Francisco Villa.  El Centauro del Norte es asesinado en una cobarde emboscada (el único modo) en Hidalgo del Parral, Chihuahua, el 20 de julio de 1923.

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C.P. Paúl A. Garza Dovalina
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