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FORJADORES DE MÉXICO: NICOLÁS BRAVO (2a. y última parte)

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                              Rafael Urista de Hoyos / Cronista e Historiador.

 

En abril de 1812 el general Morelos envió al coronel Matamoros que en un audaz movimiento hiciera una salida fuera del sitio con el propósito de introducir ayuda a Cuautla sin ser descubiertos por los realistas.  Pero todo fue inútil, en la mañana del día 27 los insurgentes de Matamoros intentaron cruzar las trincheras del sitio estando a punto de lograrlo, pero fueron sorprendidos y tuvieron que retroceder hasta dentro de la población y de esta forma se perdió la esperanza de lograr la ayuda.  El sitio había cumplido setenta y dos días.  Cuautla era un vasto campo de escombros, de cadáveres, de enfermos y hambre.  Sin víveres, sin agua, era la noche del 1º de mayo.

  Morelos convocó a una reunión de sus jefes principales: Hermenegildo Galeana, Leonardo y Victor Bravo, Francisco Ayala, Mariano Matamoros y el capitán Anzures.  Se analizó la situación y se decidió romper el sitio y evacuar la plaza.  Las agotadas fuerzas se concentraron en la plaza de San Diego, dispuestas a partir.  Salieron de madrugada.  Todos marchaban en el mayor silencio.  Desafortunadamente fueron descubiertos por un centinela realista que dio la voz de alarma.  En breve las tropas de Calleja los rodearon y comenzaron a repeler el ataque.  En un momento de la lucha se logró penetrar a las filas realistas rompiendo así el cerco para iniciar la retirada.  Aquello se convirtió en una lucha desorganizada.  Calleja, desesperado, dio la orden de perseguirlos hasta  acabar con Morelos y su tropa.  Sin embargo, al tomar los jefes insurgentes rumbos diferentes, la persecución de los realistas se desorganizó de tal forma que no supieron que hacer deteniéndose abruptamente ante el enojo de Calleja que nuevamente era derrotado por el jefe Morelos.  Esta derrota Calleja nunca la pudo digerir jurando acabar con Morelos tarde o temprano.

  La entrada de las fuerzas de Calleja en Cuautla, sólo es comparable a las de las hordas africanas en una población conquistada; pues la soldadesca saqueó todas las casas sin perdonar ni a las iglesias.  El sitio de Cuautla costó al gobierno virreinal, sólo en dinero cerca de seiscientos mil pesos, aparte de víveres, municiones y medicamentos, por lo que se estima incluyendo todo esto, que el gasto total fue de dos millones de pesos aproximadamente.  Este sitio es, sin duda, una de las páginas más gloriosas de la guerra de independencia, y llevó la reputación de Morelos al más alto grado de popularidad.

  En mayo de ese año de 1812 Nicolás recibió la terrible noticia de que a su padre lo   li habían capturado los españoles en la hacienda de San Gabriel y presentado ante el cruel Calleja quien lo llenó de insultos y vejaciones y lo envió a la capital de la Nueva España.  El gobierno virreinal le ofreció perdonar la vida a su padre a cambio de abandonar la lucha independentista.  Habiéndose negado a la propuesta del virrey, Morelos le ofreció 8oo prisioneros para que los cajearse por la vida de su padre, pero el virrey no lo aceptó.  Más adelante, el 13 de agosto, le informaron que a su padre lo habían condenado a sufrir la pena de muerte en garrote vil y en represalia Morelos le ordenó fusilar a todos los prisioneros que tenía en su poder. 

  Sin embargo, pensó que esa acción disminuiría en mucho el crédito de la causa insurgente y que si actuaba distinto al virrey podría obtener mejores resultados aparte de que no estaba en su conciencia ser el ejecutor de la muerte de trescientos prisioneros.  Finalmente decidió formar a los prisioneros y les dijo que el mismo virrey los había condenado a muerte, pero que, él, Nicolás Bravo, no era un asesino y que por lo mismo les perdonaba la vida y les daba su libertad.  Los prisioneros acogieron sus palabras con lágrimas en los ojos y la mayoría de ellos se sumaron a sus fuerzas.

El 13 de septiembre de 1813 el general don José María Morelos y Pavón instauró un Congreso en Chilpancingo, la ciudad de los Bravo.  Este nuevo panorama político de la insurgencia, que tomaría fuerza con la creación de un Congreso, estaría de manifiesto en un documento conocido como “Sentimientos de la Nación” suscrito por el general Morelos.  Los postulados del documento fueron retomados y estipulados en el “Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional” y más adelante en “La Constitución de Apatzingán”.  Estos acontecimientos dieron cauce para un enfrentamiento entre López Rayón y Morelos, ya que aquel (Rayón) proponía seguir reconociendo al rey Fernando VII y en cambio Morelos desechaba la idea de seguir atados políticamente a una nación extranjera y proponía que la nueva nación fuera autónoma y con un gobierno netamente mexicano.  Finalmente, la proposición de Morelos quedo asentada en la Constitución de Apatzingán y en la Declaración de Independencia dando por resultado que Ignacio López Rayón se retirara del movimiento de Independencia y se declarara enemigo del mismo combatiendo tanto a uno como al otro bando.

  Calleja, ya siendo virrey, y  enterado de la implantación del Congreso insurgente, se propuso eliminarlo desatando toda la fuerza del virreinato en su persecución lo que derivó por desgracia que Morelos cayera prisionero de los realistas.  Todos ignorábamos que el general Juan Nepomuceno Rosainz, hasta entonces insurgente, estaba traicionando la causa e informaba al virrey Calleja la ruta que Morelos seguía protegiendo al Congreso y al llegar a Tezmalaca, Puebla, donde el coronel realista Manuel de la Concha ya lo esperaba tomándolo prisionero el día 2 de noviembre de 1814 y enviándolo fuertemente custodiado a las terribles mazmorras de la inquisición en la ciudad de México.  Después de varios juicios a lo largo de un año, el virrey Félix María Calleja lo sentenció a muerte.  Lo fusilaron el 22 de diciembre de 1815 en el poblado de San Cristóbal Ecatepec, en el hoy Estado de México.

  Después siguieron dos años terribles para los independentistas auténticos que se tenían que cuidar tanto de los realistas como de las fuerzas de López Rayón que se declararon enemigas de los antiguos insurgentes.  El general Nicolás Bravo, después de muchas peripecias y encuentros desventajosos con los realistas, fue capturado por el realista Armijo el 22 de diciembre de 1817.  En el mes de octubre de 1820, cuando hubo cambio de régimen en España y fue restablecida la Constitución de Cádiz, me llegó el indulto y fui puesto en libertad.  Me establecí primero en Izúcar y después en Cuernavaca hasta que el general Agustín de Iturbide proclamó nuevamente la Independencia en la ciudad de Iguala.

  El 11 de abril de 1822 el Congreso Constituyente lo nombró miembro de la Regencia prevista en el Plan de Iguala.  Posteriormente fue nombrado por el presidente Guadalupe Victoria su vicepresidente.  Participo en el levantamiento antiyorkino y el presidente Victoria lo exilió a la ciudad de Guayaquil, república del Ecuador en Suramérica.  Regresó del exilio en 1829 con Vicente Guerrero como Presidente.  Después se sucedieron una serie de hechos que ocasionaron la sucesión de varios presidentes: Vicente Guerrero fue destituido y se fue levantado en armas a sus lugares del sur, donde fue traicionado y fusilado el 14 de febrero de 181. El general Anastasio Bustamante ocupó la presidencia y poco después la encargó al General Melchor Múzquiz durante varios meses hasta que el general Antonio López de Santa Anna llegó al poder en 1833.

  Santa Anna lo nombró General en Jefe del Ejército del Norte hasta 1836; en 1839 fue electo para la vicepresidencia y después substituyó en forma interina la presidencia del general Santa Anna del 10 al 19 de junio de 1839.  En 1841 fue electo diputado por el Estado de México y después suplió varias veces al presidente Santa Anna en algunas de sus escapadas vacacionando en su hacienda Manga de Clavo en el Estado de Veracruz.  En 1846 apoyó al general Mariano Paredes Arrillaga, quien lo nombró gobernador y comandante militar del Estado de México.  En 1846 nuevamente ocupó la presidencia de la República al salir el presidente Paredes a supuestamente a combatir a los agresores angloamericanos en el norte, cuando en San Luis se volvió contra la República.  El levantamiento del general Mariano Salas en la mera capital fue el detonante para su destitución el 4 de agosto de 1846.

  Nuevamente se retiró de la política y de nuevo volvió para servir a su patria por la invasión angloamericana.  Luego de retirarse a las líneas defensivas del sur de la capital, dirigió la defensa del Castillo de Chapultepec, donde organizó 800 hombres y medio centenar de cadetes contra los ocho mil invasores yanquis el 13 de septiembre de 1847.  Desde luego que fueron derrotados y él fue hecho prisionero recobrando su libertad al término de la guerra.  Después de que fue acusado por Santa Anna de traidor por la derrota de Chapultepec, decidió retirarse a Chilpancingo para estar en paz con su familia.

Siete años después, en 1854, los generales Juan Álvarez e Ignacio Comonfort se levantaron en armas contra el gobierno de Santa Anna mediante el Plan de Ayutla al que lo invitaron a secundarlo negándose ya que era un hombre de 68 años y era justo que tuviera en adelante algo de calma y paz.  El 22 de abril de ese año de 1854, el general Nicolás Bravo amaneció con un gran malestar que fue incrementándose conforme pasaban las horas y sintiéndose cada vez más débil.  Su esposa María Antonieta también tenía los mismos síntomas que él.  Eso lo hizo pensar que por haberse negado a participar nuevamente en la política a favor del dictador Santa Anna, éste quiso tomar venganza.  Los esposos Bravo fallecieron ese mismo día con tres horas de diferencia.  Se dice que tanto él como su esposa fueron envenenados por un médico de apellido Avilés.  Murieron en la ciudad de Chilpancingo.

  Ese mismo día, antes de desvanecerse, exclamó: “Si mi destino es morir el día de hoy, muero satisfecho con mi vida y con mi entrega a la patria.”.  

 
 
 

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