INVASIÓN NORTEAMERICANA CRONOLOGÍA 1846-1848. (5a. Parte).
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NOVIEMBRE 13 1846
La suspensión de hostilidades, acordada en la capitulación de Monterrey en septiembre de 1846, se dio por terminada éste día, previo aviso de Taylor al jefe de la línea mexicana más próxima; y una parte de las fuerzas angloamericanas que había en Monterrey procedió desde luego a ocupar la ciudad de Saltillo, capital del Estado de Coahuila, y de cuya localidad los capitulados de Monterrey se habían replegado hasta San Luis Potosí renunciando a la defensa de la citada ciudad.
El fin de la suspensión de hostilidades fue resuelto por el gobierno de los Estados Unidos, de tiempo atrás convencido de que las operaciones proseguidas desde la base del Río Bravo no obligarían a México a pedir la paz, y en vista que la campaña por el norte de la República resultaba costosa tanto en hombres como en dinero, y se prolongaba sin obtener resultados positivos, se ordena al general Winfield Scott que ocupara el puerto de Veracruz al que ya tenía bloqueado, e invadir el país por el oriente y avanzar hasta apoderarse de la ciudad de México.
Al gobierno norteamericano le convenía para poner en práctica este segundo plan, posesionarse de nuevos puntos del Estado de Tamaulipas y mu especialmente del puerto de Tampico: todo lo cual tenía determinado desde septiembre, en cuyo mes dictó algunas instrucciones que, o no fueron recibidas por Taylor, o no pudieron ser ejecutadas a causa de lo pactado en monterrey; y esta última circunstancia ha debido pesar no poco en la mala acogida que dio a la capitulación el gobierno de Washington.
DICIEMBRE 6 1846
Mientras el país es invadido por un poderoso enemigo el cual ya está en posesión de una parte del territorio nacional, los mexicanos irresponsablemente siguen con sus enfrentamientos particulares, hoy el Congreso Constituyente convocado por el nuevo presidente interino, general Mariano Salas, sesiona para acordar el único punto de acuerdo presentando al pleno y que no es el de enfrentar el problema de la invasión de “un extraño enemigo”, sino el de nombrar a presidente constitucional, imagínese usted, al general traidor Antonio López de Santa Anna: “la iglesia en manos de Lutero”. Santa Anna desde septiembre pasado había llegado al país por Veracruz, siéndole permitida la entrada, por demás inexplicable, por los buques invasores que bloquean el puerto, confirmándose así la sospecha que ya existía, respecto a un posible contubernio entre Santa Anna y el gobierno estadounidense del presidente James Polk.
A pesar de que los proyectos yanquis de invadir México por Veracruz fueron conocidos por Santa Anna, su ignorancia en el arte de la guerra, queremos pensar, hizo que no formara ningún plan general para combatir al enemigo, y lo que es peor, que ordenara la evacuación de Tampico, donde había cuatro mil hombres, veinticinco piezas de artillería y tres buques de guerra; La población había sido bombardeada inútilmente desde junio. La desocupación de dicha plaza se efectúo con tal precipitación, que se perdió gran cantidad de material de guerra, y apoderándose desde luego de ella sólo quinientos marinos gabachos y sirviendo de base a los invasores para sus operaciones en Veracruz; todo esto dio pábulo para que muchos sectores de la sociedad mexicana confirmaran la sospecha de la promesa de Santa Anna al presidente estadounidense de facilitar en lo que pudiera las operaciones del invasor sobre las fuerzas mexicanas.
DICIEMBRE 24 1846
Como el general Antonio López de Santa Anna había decidido ponerse desde luego al frente de ejército marchando a San Luis Potosí, quedó encargado del gobierno su interino favorito el vicepresidente don Valentín Gómez Farías. En San Luis comenzaron a concentrarse fuerzas de todas partes de la República, procediéndose a instruir, equipar y armar los contingentes que llegaban de los Estados, tropezándose con grandes dificultades por la falta de fondos, teniendo el mismo Santa Anna que comprometer su fortuna para conseguirlos, y aún apoderándose de fondos ajenos. Así logró reunir un ejército de veintiún hombres.
En San Luis se reunieron a formar la base del nuevo Ejército del Norte los restos de la división de Paredes, cuando éste huyó del país, y los capitulados de Monterrey, componiendo en ambas fuerzas un total de 7,000 hombres. Los Estados de Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Querétaro y Aguascalientes, el Distrito Federal y el mismo Estado de San Luis y su gobernador Adame, ayudaron activamente a la formación de las divisiones puestas al mando de Santa Anna; finalmente a mediados de noviembre llegaron de Guadalajara 2,000 soldados a las órdenes de los coroneles Perdigón Garay y Montenegro y por parte del Estado de Guanajuato el general Valencia reunió un contingente de 5,000 voluntarios. La fuerza total efectiva ascendía a 21,537 hombres, contándose con 13,272 infantes, 5, 860 caballos y 518 artilleros, con unas cuarenta piezas de diversos calibres: el presupuesto mensual de gastos importaba $348,789.00
1847
ENERO 11
Las exigencias de la guerra habían venido a hacer aún más difíciles las relaciones entre clero y gobierno. Agotados todos los recursos, no había otra fuente a que acudir para proveerse de ellos que la iglesia, principal capitalista del país. Pero cuando el gobierno solicitó de ella dinero en calidad de préstamo, el clero acudió a todo género de subterfugios para negarlo, burlando toda clase de arreglos a fin de no entregar un solo peso.
ENERO 28 1847
Santa Anna había decidido en un principio no comenzar sus operaciones hasta el mes de marzo, una vez que hubieran pasado los rigores del invierno; pero la considerable deserción que se iniciaba en las filas del ejército y la presión de la prensa en México, que tachaba de cobardía aquella desesperante inacción, le obligan a dar la orden de marcha hoy mismo, enero 11 de 1847. Al ponerse en movimiento el ejército en Encarnación, se hallaba reducido en doce mil ochocientos cuarenta hombres, con once piezas de artillería de batalla, pues las restantes, en número de diez y siete, eran cañones de sitio y plaza, que casi no eran utilizables.
Aquellas tropas, en su mayoría bisoñas y reclutadas bajo el sistema de leva, tuvieron que soportar grandísimas penalidades durante la marcha por una región casi desierta, falta de agua, de leña y de víveres, habiendo de sufrir el frio, las lluvias, las nevadas y el sol abrasador sin disponer de abrigo ni tiendas de campaña, todo lo cual causaba muertes, enfermedades y deserciones en gran número, por lo que al encontrar a las fuerzas invasoras en La Angostura no pasaban de nueve mil hombres hambrientos y disminuidos físicamente. Es increíble que aquellos hombres, hambrientos, mal vestidos, sedientos y mal armados, conservaran todavía arrestos para enfrentar al enemigo.
FEBRERO 8 1847
Hoy por la mañana se avistó la escuadra angloamericana que de acuerdo con informes obtenidos por el gobierno mexicano viene a iniciar la invasión a México por el oriente. Del 5 al 8 de marzo practicaron los invasores algunos reconocimientos a corta distancia de la costa, y el 9, a las cinco de la tarde, comenzaron a desembarcar, sin que pudiera impedirse o entorpecerse siquiera el desembarco, por carecer el cpuerto de fuerzas volantes, y de los más necesarios elementos de defensa, como consecuencia principalmente del escandaloso y criminal de los “polkos”. Las tropas invasoras, mandadas por el general Winfield Scott, ascendían a trece mil hombres, los que inmediatamente procedieron a hacer un campamento fortificado en las cercanías de Veracruz.
FEBRERO 22 1847
BATALLA DE LA ANGOSTURA.
En principio Taylor esperaba enfrentar a Santa Anna en la hacienda de Buena Vista donde estaba su campamento (de allí que los militares e historiadores estadounidenses llamen batalla de Buena Vista a la que en México conocemos como de La Angostura). Hubiera sido un error fatal, ya que el terreno plano de la hacienda resultaba ideal para las cargas de caballería mexicanas las que quedarían anuladas por lo abrupto del terreno de La Angostura.
El general mexicano superaba ampliamente a Taylor en número de hombres: alrededor de nueve mil contra cerca de cinco mil. Sin embargo, esto se compensaba con dos factores decisivos en favor de los estadounidenses: una posición estratégica envidiable y la superioridad de su artillería ya que los los antiguos cañones de los mexicanos no podían competir en alcance ni en capacidad de fuego con los del enemigo. La artillería norteamericana en la época de la guerra contra México era igual sino es que superior a cualquiera otra en el mundo.
Descripción de La Angostura como la describe uno de los actores de la batalla, el general Mora y Villamil: “El largo valle que desde Agua Nueva conduce a Saltillo, entre dos cadenas de montañas, se estrecha en este paraje, y los torrentes que bajan de ambas cordilleras han formado varias ondulaciones paralelas y que son perpendiculares a la dirección del camino; en el fondo de cada una de estas ondulaciones están situadas las barrancas o torrenteras, algunas de ellas intransitables y todas extremadamente dificultosas para la caballería y aún para la infantería. El enemigo tenía ocupada una de esas lomas en la parte de la ruta que da un torno hacia el oriente, de manera que se presentaba al frente del camino, por donde era preciso pasar desfilando prácticamente frente a las posiciones enemigas cuyo flanco derecho era cubierto por una batería de cuatro piezas, la que no se podía voltear, en razón del sinnúmero de profundos y escarpados barrancos situados delante de la posición de aquel paraje; en el centro y enfilando el camino, estaba colocada otra batería y dos más hacía su flanco izquierdo.”
La fuerza del general Santa Anna, al desembocar en La Angostura con los cuerpos ligeros de infantería y alguna fuerza de caballería, halló al enemigo fuertemente acampado en dicho punto y con las mejores posiciones que ofrecía el terreno donde se llevaría a cabo la batalla: la posición enemiga estaba delante y atrás del camino, su derecha y el frente se hallaban cubiertos por una porción de barrancas intransitables aún para la infantería, en el punto más culminante tenían situado una batería de cuatro piezas y sobre la loma se veían formados los batallones con otras dos baterías, una de éstas quedaba colocada en la parte baja del camino entre otras dos lomas. El punto principal de la defensa parece haber sido electo la noche del día 21, pues durante ella, con arreglo de las órdenes del segundo jefe de Taylor, general John Ellis Wool, el regimiento del coronel Hardin había levantado un parapeto en la eminencia allí existente a un lado del camino, cavando un foso y formado otro parapeto que desde el camino se extendía sobre la derecha.
El ejército mexicano comenzó a tomar posiciones en los puntos que le habían dejado los invasores y que suponían una desventaja respecto de las que tenían los anglosajones de Taylor y después de una larga y agotadora marcha desde San Luis Potosí. Se le habían unido los cuerpos al mando del general Pedro Ampudiarecirehabilitado después de su fracaso en la defensa de Monterrey. Hasta bien entrada la tarde del día 22, Santa Anna no terminaba de preparar el ataque.
A las tres de la tarde se dio el primer intercambio de disparos sin mayores consecuencias. Ampudia llevó a sus hombres a la falda de la montaña, en un movimiento tendente a hostilizar el flanco izquierdo del enemigo. Taylor tardó en reaccionar. Despachó los regimientos de caballería de Arkansas y de Kentucky y a la infantería de Indiana para frenar la maniobra de Ampudia. Hubo un enfrentamiento y los anglosajones, viéndose flanqueados, se retiraron en desorden.
(Continúa en la sexta parte)






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