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LA INVASIÓN NORTEAMERICANA. CRONOLOGÍA 1835 - 1848 

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  • 12 oct
  • 6 Min. de lectura

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Rafael Urista de Hoyos / Cronista e Historiador

                                                    

INTRODUCCIÓN

 

Hoy iniciamos una nueva serie de relatos en nuestro recorrido por la historia de México.  Después de las efemérides mexicanas, el bosquejo histórico y los forjadores de México, esta vez nos ocuparemos de escudriñar los acontecimientos relativos al conflicto armado entre México y los Estados Unidos.  La invasión que con motivos de conquista efectuaran los angloamericanos, llamados erróneamente norteamericanos, durante los años 1846 a 1848 es una serie de acontecimientos que inexplicablemente nuestros historiadores la han dejado de lado, ya que en nuestra historiografía son muy escasas las fuentes de información acerca de la aberrante agresión de un país inmensamente grande y potente, los Estados Unidos, sobre uno débil, empobrecido e inmerso en luchas intestinas.

  En esta nueva serie de artículos que estamos por emprender (el escribir en tercera persona es una costumbre adoptada por mi desde un principio) acudiremos a los textos históricos un tanto desbalagados sobre estos acontecimientos que podamos encontrar  por medio de investigaciones en nuestra biblioteca, ya que como dijimos anteriormente, no contamos con textos que traten sucinta e históricamente todo lo relacionado con esa invasión saqueadora perpetrada por la ambición y la voracidad de los miserables yanquis; uno de los  pocos  libros de esta índole y él mejor documentado es del señor Don José María Roa Bárcenas que no era escritor.

  No podemos emprender estos artículos sin antes enterarnos de los antecedentes que desembocaron en esa injusta y traicionera guerra de  conquista que  iniciaron los estadounidenses con la mira exclusivamente de despojar a México de parte de su patrimonio territorial, sin mediar ninguna declaración de guerra en un movimiento de invasión sobre un adversario débil e impreparado.

                                              

PRIMERA PARTE

ANTECEDENTES  1835 A 1846

 

Desde mucho antes de 1821, las tendencias expansionistas de los Estados Unidos amenazaban la integridad territorial de México.  En 1812 el ministro de España en Washington, Luis de Onís, dirigió una nota confidencial al virrey de Nueva España en los siguientes términos:  “Se haya enterado ya por mi correspondencia de que este gobierno, el de los Estados Unidos, se ha propuesto nada menos que fijar sus límites en la embocadura del Río Norte o Bravo, siguiendo su curso hasta el grado 31y desde allí tirando una línea recta hasta el mar Pacífico, tomando por consiguiente las provincias de Texas, Nuevo México, Santander (actual Tamaulipas), Coahuila y parte de la provincia de Nueva Vizcaya (actual Durango) y la Sonora.  Parecerá un delirio este proyecto a toda persona sensata, pero no es menos seguro que este proyecto existe, y que se ha levantado un plano  expresamente de estas provincias, incluyendo, por orden del gobierno, también la isla de Cuba como una pertenencia natural de esta república”

 Como vemos, desde su independencia de Inglaterra los ingleses del norte (los gringos) comenzaron a ambicionar los territorios del sur y que pertenecían en ese entonces (1803) al reino de la Nueva España.  La independencia de las trece colonias inglesas de la costa nororiental del continente no fue en realidad un triunfo de los patriotas rebeldes de esas colonias, sino que les fue regalada por España y Francia en su lucha contra Inglaterra a la que derrotaron en el Tratado de Paris de 1803 en una de cuyas condiciones obligaban a Inglaterra a retirarse de todo territorio americano, dejando a las trece colonias rebeldes en completa libertad y reconociéndoles su independencia.

  Así las cosas, en el primer paso de su expansión fijaron su mirada en el territorio de Texas en ese entonces parte de la Nueva España y formando una sola provincia con la Nueva Extremadura (la actual Coahuila).  La población mexicana en aquel vasto territorio era escasísima, pues sólo habitaba en San Antonio Béjar, Bahía del Espíritu Santo y Nacogdoches, y su único medio de vida eran los haberes de tropa de las guarniciones, que nunca eran pagados íntegros ni con puntualidad.

  El 17 de enero de 1821, el gobierno español autorizó a Moisés Austin, ciudadano de los Estados Unidos, para que colonizara, con familias católicas originarias de Luisiana, el territorio de Texas, debiendo encargarse de la colonia el mismo Austin.  Esta concesión fue revalidada por el gobierno independiente de México, añadiéndose la condición de que los colonos debían ser europeos y católicos, condiciones que nunca  cumplieron los concesionarios pues la mayoría fue de norteamericanos y protestantes

  Más adelante, cuando la población texana era en su mayoría norteamericana, esta se declaró independiente respecto de la República mexicana, y fue entonces cuando dio principio la rebelión texana que fue enfrentada por las fuerzas mexicanas y que en el año de 1845 el territorio texano fue anexionado a los Estados Unidos.

 

1835

  Noviembre 7

Hoy se efectuó en la población de Nacogdoches la segunda Convención General de Texas donde se proclama la declaración de independencia respecto de la República mexicana, fundándose en que el presidente mexicano, general Antonio López de Santa Anna, al destruir por medio de las armas las instituciones federales y establecer un sistema centralista, había disuelto el pacto social entre Texas y el resto de la federación mexicana  por lo que Texas se consideraba desligado de la Unión y tomaba las armas contra el despotismo militar, desconociendo a las autoridades mexicanas declarándose a establecer un gobierno independiente; pero que volvería a formar parte de la Unión cuando México volviera a ser gobernado por la Constitución Federal; situación que nunca sucedió.

  Samuel Houston, quien ya era el líder de los rebeldes texanos, fue el autor de esta declaración y mentía cuando dijo que Texas volvería a la Federación mexicana, pues desde un principio su idea era la de anexar Texas a los Estados Unidos, ya que esa era la consigna que tenía del presidente yanqui; el inescrupuloso esclavista Andrew Jackson.

1836

  Enero 31

  Hoy el general mexicano José Urrea llega a la población de Matamoros con seiscientos trece hombres, disponiéndose a invadir el territorio texano para hacer campaña contra los rebeldes.

Febrero 23.

Santa Anna dio una proclama en el Río Nueces, frontera entre Texas y Coahuila, y avanzó con su ejército sobre San Antonio Béjar que ocupó este día sin resistencia, por haberse retirado los rebeldes en número de ciento ochenta hombres al fuerte de El Álamo.

Marzo 2

  Los texanos eligieron diputados para la convención que habría de reunirse en Washington, recayendo los nombramientos en partidarios de la independencia.  Reunida la convención este 2 de marzo y bajo la presión de los aventureros yanquis enviados por el presidente Jackson de los Estados Unidos, se declara la independencia absoluta de Texas respecto del gobierno de Coahuila y en general del territorio de la República mexicana, eligiendo presidente a Ricardo Ellis, diputado por Río Colorado; vicepresidente al traidor mexicano Lorenzo de Zavala, y jefe de las fuerzas rebeldes a Samuel Houston.

Marzo 5

Santa Anna sale de San Antonio Béjar y se dirige a sitiar el fuerte de El Álamo donde se han atrincherado los rebeldes texanos, intimando rendición al jefe del fuerte, Barret Travis, pero como éste contestara abriendo fuego, se circunvaló el fuerte con trincheras bajo los disparos del enemigo  menos por la parte norte, ordenándose el asalto con un efectivo con un poco más de mil hombres hoy por la noche, tratando de sorprender al enemigo.

  Las vivas entusiastas de un batallón hicieron que los texanos se alarmaran, consumando una confusa y desesperada defensa que, sin embargo, costó a los mexicanos setenta muertos y trescientos heridos, tomándose al fin el fuerte y cuyos defensores fueron fusilados por orden del asesino Santa Anna.  Entre los defensores del fuerte no había niños ni mujeres.  Los texanos no acostumbraban llevar a la guerra a sus familias o parte de ellas como si lo hacían los mexicanos, además en la toma del fuerte no hubo ninguna masacre como lo atestiguan algunos seudo historiadores gringos;  los sobrevivientes del fuerte, todos rebeldes texanos, fueron rigurosamente fusilados, como ocurre en todas las guerras.

  Los texanos después de estas derrotas---Austin, Goliad (antes Bahia sel Espíritu Santo) San Antonio Béjar y El Álamo---tomaron la táctica de la guerra de guerrillas abandonando sus bienes y molestando a las tropas desde los bosques, e incendiando los poblados como Austin y algunas rancherías, a fin de que los mexicanos no pudieran proveerse de víveres que ellos recibían en abundancia, así como auxilios en hombres, armas y municiones de parte del pérfido gobierno angloamericano (Estados Unidos).

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C.P. Paúl A. Garza Dovalina
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