A MEDIO AÑO DEL 2025: ENTRE DESEOS, DECISIONES Y DECEPCIONES

EDITORIAL

El tiempo, ese viajero sin tregua: Parece increíble que ya estemos a mitad del 2025. Aún se siente el recuerdo de los abrazos, los brindis y las cenas familiares de Navidad y Año Nuevo. Es como si el reloj se hubiera burlado de nuestra percepción, apurando cada día sin darnos oportunidad de asimilarlo del todo. Esta rapidez nos recuerda una gran verdad: el tiempo no se detiene, ni espera a nadie.

Lo pendiente y lo que no fue: Con la velocidad con la que ha transcurrido este semestre, es inevitable mirar atrás y notar los proyectos que no se concretaron. Metas que no se cumplieron o se cumplieron a medias, ideas que nunca salieron del pensamiento a la práctica. Uno propone, pero como bien dice el dicho: Dios es el único que dispone. A veces hay que soltar el control y reconocer que no todo depende de nosotros.

Deja lecciones a políticos y funcionarios: En el ámbito político, líderes, alcaldes y funcionarios titulares iniciaron este año con mucho entusiasmo y promesas al por mayor. Sin embargo, con el pasar de los meses, la frustración les ganó al ver que gran parte de sus proyectos, propuestas y buenos deseos siguen sin aterrizar.

Evidenciados en las redes sociales, era de esperarse que los administradores de los recursos del pueblo no han sabido resolver las complejidades que se les han presentado, ni han tenido la capacidad para realizar gestiones en tiempo y en forma, sin desprenderse del partido político que los postuló.

Del idealismo al desencanto: La política no solo exige buenas intenciones, también requiere visión, estrategia y humildad para aceptar errores. Muchos llegan al poder con grandes sueños y expectativas, sin tener los pies en la tierra, con planes irrealizables, quizás porque no recibieron una asesoría real.

Cada vez que inicia la administración de un gobierno, uno espera buenos resultados y un cambio verdadero, sin embargo, hasta el momento prevalece la duda, el desánimo y la incertidumbre, porque de certezas aun nada.

El tiempo sigue pasando, pero la ciudadanía sigue también observando el comportamiento de quienes les brindaron su confianza a través del voto popular.

Sin embargo, a pesar de todo, los tiempos siguen su curso. No hay mal que dure cien años. El tiempo, ese gran juez silencioso, al final pone a cada quien en su lugar.

Mientras tanto hay que aprovechar el hoy, con lo que se tiene, disfrutar con la familia, con los amigos y con el entorno; a la mitad de año, creemos que es momento de pausar, respirar y reenfocar proyectos, porque más allá de lo que pase fuera de nosotros, está en uno decidir vivir con esperanza, con gratitud y paz.

Consejo final: nunca pierdan la capacidad de asombro, ni la alegría por vivir. Mientras haya salud, lo demás es peccata minuta.